
Ahora que el low cost, la crisis y el precio de los combustibles han convertido en un lujo viajar por carretera, utilizar las carreteras secundarias vuelve a tener el sentido romántico de antaño. La ventanilla abajo, el brazo fuera, los pies descalzos sobre el salpicadero, la música inundando el campo colindante, en el que las cunetas han sido tomadas en usufructo por los paisanos a su paso por las poblaciones avandonadas. A veces incluso te olvidas de facebook y de twiter y coreas con tu chica a voz en grito la letra de Fito o de Sabina, hasta el punto de que tus hijos, si te vieran, sentirían vergüenza ajena. Si todavía tuviera el Diane-6 le abriría el techo. ¿Acaso no se puede perdonar que se nos escape de forma espontánea un "te quiero"?