lunes, 2 de noviembre de 2009

Aquellos niños de Sorolla

Chipiona, octubre 2009

Cuando vi el color del agua les indentifiqué enseguida. Eran ellos. Seguían a remojo. Aunque ahora un tanto más pudorosos y erguidos. Pero la luz también seguía siendo la misma.

Sorolla gozó del favor oficial y de la financiación necesaria para costearse grandes formatos y una difusión notoria cuyo eco aún no se ha apagado. Seguramente merecida. Yo me conformo con haberles encontrado y cerrar el círculo de mi memoria. Hace poco admiraba esos lienzos en Barcelona y me comía de envidia ante tanta maestría. Hoy le rindo homenaje.

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